Construir confianza, un trabajo diario
Reflexiones desde la experiencia
“La confianza se construye con palabras y acciones coherentes”
Jorge Iriarte, FB, Oct 4, 2012“Confianza: Franqueza, Certeza, Poder, Espontaneidad, Familiaridad, Temeridad, Anhelo, Lealtad, Intimidad, Esperanza, Desprevención, Alivio, Candidez, Convencimiento, Confidencia, Seguridad, Serenidad”
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A manera de breve introducción, soy ingeniero civil, con 44 años de experiencia en el manejo de proyectos de construcción en América (Colombia, República Dominicana, Estados Unidos y Cuba), Europa (Rumania) y Asia (Indonesia, Camboya y Vietnam).
Esta quinta entrega del ejercicio de reflexión sobre elementos esenciales de la gerencia de proyectos, se refiere a lo que significa crear confianza, esa que se construye a lo largo del tiempo, con otras personas y la que al mismo tiempo se gana para uno mismo, la que permite mantenerse en el camino laboral y marca en una buena medida el rumbo de la vida misma.
Creo que la corta crónica que encontrará a continuación, escrita en paralelo con este ejercicio, ilustra bien el concepto y muy probablemente, estimado lector, refleja su propia historia:
Si acaso por un mes …
La invitación llegó en el momento más oportuno y de la persona menos esperada.
La pequeña empresa de ingeniería y construcción que constituimos seis años atrás se había enfocado en las obras o proyectos que requieren formaletas deslizantes, ese era nuestro punto fuerte y nuestro talón de Aquiles, pues siendo pocas las empresas que podían enfrentar con conocimiento, experiencia y equipos el reto que implica este tipo de construcción, el mercado era muy limitado. Como nuestra condición financiera era muy débil, competíamos en desventaja; de manera que, o nos descabezaban por el riesgo financiero o nos condicionaban a contratar las obras en consorcio, condición en la que generalmente, por esa misma debilidad financiera y por la naturaleza de nuestros servicios, teníamos
que asumir el riesgo de la mano de obra en la parte especializada de la construcción, uno de los componentes de costo menores, pero el más riesgoso; asunto que, como en un círculo vicioso nos limitaba en el progreso de la calificación de la empresa, que se mide por el volumen de la facturación y no por la complejidad de la obra.Uno de esos casos se presentó en la construcción de la segunda línea de la fábrica de cementos de Caracolito, cerca de Ibagué. Cuando la multinacional Cemex adquirió la empresa nacional Cementos Diamante, el contratista nacional que adelantaba los trabajos fue reemplazado por contratistas mexicanos de la confianza de los nuevos dueños.
Con uno de ellos, Medrano y Asociados, ellos actuando como contratistas y nosotros como sus asociados, construimos varios de los silos de la fábrica. Aunque las obras se entregaros a satisfacción del nuevo dueño; la liquidación de la asociación fue bastante difícil y muy tensa.
De modo que fue inesperada la llamada que un par de años más tarde recibimos de Gabriel Medrano.
Nos solicitaba que uno de los dos socios de nuestra empresa, se desplazara a Utah, Estados Unidos, para supervisar unos trabajos en la construcción de unos silos en una planta de Holcim, por un periodo de tres meses. Él debía atender esa solicitud, pues Holcim era uno de sus clientes principales en México. Su empresa, por razones de sus contratos en marcha, no disponía de ninguna persona a quien pudiera delegar un pedido de tanta responsabilidad. Confiaba en nosotros para poder superar ese escollo. Para nosotros no fue difícil la decisión, estábamos en una época de sequía, no había trabajo, las condiciones eran buenas, sería un ingreso muy oportuno para las magras finanzas de nuestra empresa y una experiencia interesante. La decisión de quien atendería el pedido fue sencilla, yo tenía una visa que me permitiría viajar con la urgencia que lo requería Gabriel, su pregunta final fue, “Eduardo, ¿hablas inglés?”; mi respuesta, “YES!”.
El asunto prometía ir mejor de lo esperado, recibimos una segunda llamada de Gabriel que nos comentaba que el Director de aquel proyecto, el Ingeniero Tom Ireland, estaba muy contento con la respuesta de Medrano. Tom había sido el director del proyecto de reconversión de la Fábrica de Cementos de Holcim en Nobsa, donde nosotros habíamos actuado como subcontratistas, haciendo un trabajo con excepcionales resultados en la construcción de la torre del precalentador.
Llegué a la planta de Devil’s Slide, un día del último año del siglo 20, a principios del otoño, temprano en la mañana, Ramiro Velasco, el ingeniero de Holcim a cargo de la construcción, me esperaba con las referencias que Gabriel y Tom le habían dado; estaba ocupado como suele ocurrir a primera hora en los proyectos; y para no mantenerme esperando y aprovechar el tiempo, di una vuelta por las obras.
A mi regreso a su oficina, y cuando estábamos iniciando nuestra conversación sobre los trabajos a hacer y las responsabilidades a mi cargo, entró una llamada de Tom, quien al saber que yo estaba allí, pidió que me pusiera al teléfono, por el altavoz, para una conversación informal y amistosa, pero hubo una pregunta “fatal”, ¿Cómo ves las cosas? Y mi respuesta, “Bien, ¡pero se pueden mejorar!”
Cuando terminó la llamada y regresamos a nuestra conversación sobre el trabajo, el tono, de manera casi imperceptible, ya no era el mismo, a mi comentario de que mi asignación seria por tres meses, siguió una aclaración del ingeniero Velasco, “El Director no tiene la última información, si acaso, por un mes.”
Yo tome la noticia con calma, en aquel momento todo era ganancia, un viaje, una experiencia y un alivio financiero, momentáneo, pero alivio, teniendo el agua al cuello, solo se necesita un punto de apoyo, suficiente para que el agua no tape la nariz …
Al término del primer mes, una pregunta, Ingeniero, ¿cuando viajo? Y una respuesta, Ingeniero, el mes próximo.
Y así de mes en mes, con un cambio casi imperceptible, la pregunta era: Ramiro, ¿cuando viajo? Y la respuesta, Eduardo, el mes próximo.
Esa asignación de “si acaso un mes”, se prolongó por trece, y después de una pausa de casi un año, otra llamada, esta vez de Ramiro, vente, te espero en Cuba, un proyecto que nos absorbió tres años y medio, año y medio más tarde, otra llamada, te necesitamos en Rumania, ocupados cinco años, y sin pausa, vámonos a Indonesia, un proyecto doble, cinco años y medio.
Ramiro, un ingeniero con carrera en Holcim, recibió asignaciones de mayores responsabilidades; a mí, las intermitencias entre los trabajos para Holcim y los trabajos en otros sectores, me brindaron un permanente y muy enriquecedor campo de aprendizaje y la oportunidad de ir asumiendo paulatinamente roles de mayor envergadura y responsabilidad.
Los proyectos depararon experiencias formidables, tanto desde la perspectiva de los retos técnicos como desde las dificultades asociadas a las diferencias culturales.
Terminando el proyecto en Indonesia, Ramiro fue asignado a un proyecto en Brasil, yo fui contratado para un proyecto en Camboya; después Ramiro fue trasladado a un proyecto en los Estados Unidos; al terminar mi proyecto en Camboya y tras una pausa sabática, fui contratado para un proyecto en Vietnam.
La pandemia nos sorprendió, a Ramiro en Guadalajara, atendiendo “on line” un proyecto en El Salvador, a mí en la ciudad de Ho Chi Minh, escribiendo estas líneas.
Habrá como llenar páginas con datos y comentarios de las muy diversas experiencias de los proyectos que compartimos con Ramiro a lo largo de esos quince años, pero ninguna será más valiosa que la metamorfosis de convertir ingenieros en compañeros y con el tiempo a los compañeros en amigos; y en un tributo a la amistad que cultivamos en ese tiempo y al cariño que él les tiene a mis hijos y el que yo profeso por los suyos, su gesto de hacerme padrino de su hija menor.
Compadre, gracias por la confianza y cuídese mucho.
Esta historia es el resultado de un arduo trabajo de equipo, en realidad, de muchos equipos trabajando con miras comunes armonizando intereses diferentes, con mentores y líderes que marcaron el camino y brindaron apoyo decidido y oportuno, en un esfuerzo continuo que permitió superar las pequeñas dificultades del día a día, pero también ocasionales dificultades abrumadoras.
En esos empeños, muchas personas dieron lo mejor de cada una de ellas, con muchas de ellas construimos lazos muy fuertes de trabajo; con la gran mayoría, sentimientos de sincero aprecio, respeto y mutua confianza. Con algunas de esas personas, amistades perdurables a la distancia y a la ausencia.
Con el paso de los proyectos, paulatinamente, cada día y con cada experiencia, también fui ganado confianza en mí mismo, la que me permite hoy, a pesar de, o gracias a la pandemia, andar por un nuevo camino, del cual hace parte escribir estas reflexiones.