Buritaca, Colombia: donde el mar y el río se unen

La Chula

Eduardo Torres
5 min readJul 27, 2020

--

El río Cañas es uno de esos ríos de aguas cristalinas y frías que nacen en los glaciares de la Sierra Nevada y desembocan en el mar Caribe entre Santa Marta y Riohacha.

Para las gentes de la región y para quienes han tenido la fortuna de experimentarlo alguna vez, no hay mejor programa de playa que el que se hace a orillas de uno de esos ríos.

Al placer de sacarse la arena y la sal del baño de mar con una zambullida en el río hay que sumarle el encanto de las casetas de techos de palma donde siempre se encuentra cerveza fría y cada quien se sirve sacando su botella o su lata de la caneca en la que están sumergidas en medio de bloques de hielo y aserrín, se puede escoger el pescado fresco para el plato del almuerzo, los vallenatos suenan a todo volumen y la dueña atiende a los clientes con confianza, como si fueran conocidos de toda la vida.

En las mesas de tablas rústicas, se conversa, se “mama gallo”, se juega al dominó, en un momento dado, todos se comportan como viejos amigos, al atardecer, se baila. Si llega un conjunto de músicos, como casi siempre ocurre, la parranda dura hasta el amanecer.

A unos cuatro o cinco kilómetros aguas arriba de la desembocadura del río, en el cruce con la carretera troncal de la costa se encuentra la cabecera urbana del corregimiento de Mingueo. Santa Marta esta al sur a dos horas de camino, Riohacha al norte a casi una. Mas al norte están los pozos de gas natural de Ballenas y al nororiente la mina de carbón del Cerrejón.

Tres hermanas de origen waiüü, (indígenas de la alta guajira), hace años colonizaron la playa y tienen cada una su caseta y su propia clientela que ellas a la vez consideran “familia”.

Con la iniciación de la explotación a gran escala del carbón y la construcción del gasoducto a Barranquilla, y ante la necesidad de promover el desarrollo del departamento, resulto casi obvio seleccionar a Mingueo como emplazamiento de una planta de generación de energía eléctrica. Seleccionaron un lugar muy cerca de la desembocadura del río.

Los trabajos de construcción cambiaron la cotidianidad del poblado. De la noche a la mañana se multiplico la población por diez, llegó gente de todas partes del país y algunos extranjeros. En primer lugar se construyo la carretera de acceso desde el pueblo. En un área del lote de la planta se construyeron los campamentos (dormitorios y comedores) en los que vivían la mayoría de los trabajadores. Al terminar la jornada de trabajo, una buena cantidad de gente se iba al pueblo, para llamar a la familia, de compras, o
simplemente para tomarse una cerveza y cambiar de ambiente.

Los campamentos a su vez estaban cerca de la playa, era agradable ir y bañarse en el mar. Esto cambió la naturaleza de las casetas; del trabajo del fin de semana pasaron a atender también en las tardes cuando terminaba la jornada de trabajo, al poco tiempo se habían convertido en restaurante, pues la comida era mejor y más económica que la de los restaurantes de los casinos, con el ingrediente adicional de la atención personalizada y amable, “familiar”. El trabajo aumentó y las dueñas contrataron meseras, y estas al poco tiempo servían algo más que la comida.

El negocio prosperaba, pero las ventas eran “al fiado”. Cada cliente anotaba en un cuaderno lo que día a día iba consumiendo. El secreto era cobrarle a cada deudor al momento que este recibía su pago.

Las empresas (los contratistas) pagaban las nóminas los sábados cada dos semanas. “La catorcena”. Así se trabajaba un fin de semana si y al siguiente se descansaba. Es sistema le convenía a todos, el trabajo rendía y los trabajadores aumentaban sus ingresos con horas adicionales y festivas.

Yo trabajaba allí como Jefe de Obra de la empresa contratista a cargo de la construcción de los edificios. Como el proyecto duraría mas de un año, me había trasladado a vivir con mi familia a Santa Marta, pasaba la semana en la obra donde tenía mi alojamiento en el campamento y los Sábados y Domingos en casa.

De las actividades administrativas, la más delicada era el pago de la nómina. Para agilizar el pago nos dividíamos la tarea de modo que organizábamos seis filas, así salíamos más temprano.

Las oficinas de obra estaban en medio de un patio, rodeadas por una cerca. El día del pago, el acceso era restringido; los trabajadores entraban por grupos pequeños. Las dueñas de las casetas, tenían permiso de entrar al patio, para que pudieran recuperar su dinero con menores dificultades.

Ellas se habían ganado nuestro aprecio, pues además de atendernos con especial amabilidad en sus casetas, el día de pago, a mitad de mañana, se acercaban a las oficinas y nos regalaban una cerveza fría que caía como del cielo aliviando la sed que causaba el calor sofocante.

Bien avanzada la obra, recibí en Santa Marta la visita de mis papás. Tuve entonces la oportunidad de invitar a mi papá para mostrarle la obra y compartir con el una noche de vida en el campamento. Coincidió su visita con el Sábado de “catorcena”.

Por supuesto que, me acompaño a la oficina mientras pagábamos la nómina.
Estábamos todos ocupados y concentrados en el trabajo, cuando golpearon la puerta. Era “La Chula”una de las índias propietarias de una de las casetas. Mi papá, en ese momento el único desocupado abrió la puerta. “La Chula” pregunto por el ingeniero, el sol afuera era calcinante, mi papá la invito a pasar, “Siga, señora”, le dijo.

Recibimos nuestra ya habitual ración de “Polares”, cerveza venezolana de contrabando, haciendo honor a su nombre, bien frías.

Terminamos de pagar y salimos corriendo para Santa Marta.

El siguiente Lunes, al terminar el día, recibí una invitación inusual de “La Chula” para comer en su caseta.

Fue una comida opípara, con abundante cerveza, música y wisky.

Como no había razón aparente para tan extraordinaria celebración, al preguntar el motivo “La Chula” me contestó:

Es por su padre, en toda mi vida, es la primera vez que un caballero me llama “señora”.

--

--

Eduardo Torres
Eduardo Torres

Written by Eduardo Torres

Project Manager starting a new journey, available to support projects on direct roles and consulting

No responses yet